martes, 23 de junio de 2009

Sobre un problema de todos


Uno de los problemas más candentes y más antiguos que tiene la humanidad es el racismo.

La diferencia de culturas hace al mundo y a sus habitantes personas más fuertes y variadas. Esto también implica que la discriminación se instale en tantas situaciones como seres humanos haya.

La religión y las tendencias políticas son, en el mundo de la diplomacia, los puntos de partida para las negociaciones y los tratados. Desde varios años atrás, y con la ayuda de diferentes organismos, las tensiones entre algunas naciones se “solucionaron”, dejando a un lado las problemáticas que ocasionaron dictaduras, guerras y conflictos casi irreconciliables entre los pueblos y sus gobernantes.

La xenofobia es, sin lugar a duda, un tema que recurrente... lamentablemente, es posible que siempre haya estado con nosotros. Debe tratarse sin miedos, debe erradicarse para unificar objetivos y hacerlos más reales, más confiables. Para llegar al nivel de excelencia donde la humanidad sea una, sin importar la raza, credo o tendencia política.

Como la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece, todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona, y muchas veces ese derecho es olvidado. Significa que la discriminación va ganando partidas. Si permitimos que eso suceda lo único que lograremos es que la unidad mundial este cada vez más lejos, sembrando odio y resentimiento en un camino aún largo por recorrer.

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