MÁS LEJOS QUE TU NARÍZ: Instrucciones para contener un grito

Es muy común que en la vida diaria sienta la necesidad de descargar un poco de ira acumulada contra algún inocente o tal vez contra algún culpable. Primero tiene que entender que gritar es muy sano, el problema es que a veces no es ni el lugar ni el momento.

Imaginemos una situación común, pero aclararé que puede aplicarse a cualquier otra circunstancia. Está en la parada del colectivo. Nadie sabe porque, pero hoy tardó muchísimo. Cuando finalmente llega, toda la multitud de gente que estaba atrás suyo se abalanza sobre la puerta para subir primero y encima se encuentra con que todos se sentaron, menos usted. Y como si fuera poco la viejita que viene atrás le empieza a pegar con el bastoncito para que se apure: “¿no ve que está demorando a todo el mundo?”. Y acá llega. Un calor que sube desde los pies hasta las orejas.
Observe detenidamente a su interlocutora y mientras intenta que su ojo derecho deje de latir, busque en su fisonomía una señal de algo que le cause mucha gracia. Por ejemplo, su estatura le puede recordar a Jorge Guinzburg, sus anteojos al Dr. Chapatín, su cabello a la Mona y su cartera a Mamá Cora. Antes de descargar su ira contra esta tierna viejecita, que vaya uno a saber que tan tierna habrá sido para terminar así, junte a todos los personajes anteriormente mencionados. Comprenda que esta “GuinzChapMoCora” lo único que puede causarle es mucha gracia. Respire profundo, relaje su masa muscular, descontraiga los puños y esboce una sonrisa, si puede. Por último, deje pasar a tan amable señora delante suyo haciendo un gesto muy caballeroso, y cuando ve que alguien muy amablemente le cedió el asiento, muéstrele que lindo que es su bolso durante todo el viaje poniéndolo en la cara de la Sra. hasta que alguno de los dos tenga que bajarse.

Este es un ejercicio de escritura sumamente recomendable para todo el que empiece sus andanzas por las letras. Tomo como disparador a las famosas "Instrucciones" de Cortázar.